Erminio Cantergiani nació y vivió en las montañas de Pavullo nel Frignano, en la provincia de Módena, región de Emilia-Romaña. Fue allí donde conoció a Catterina Baraccani, con quien se casó y formó una familia. Al momento de tomar la decisión de migrar a la Nueva Italia, en febrero de 1905, Erminio ya era padre de tres hijos: Alfonso, Carlo y Giulia. Juntos emprendieron el viaje en el segundo contingente de emigrantes, buscando nuevas oportunidades lejos de su tierra natal.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la migración masiva desde Italia fue impulsada por la pobreza extrema, especialmente en las zonas rurales como la Emilia-Romaña. Las malas cosechas, el sistema desigual de tenencia de tierras y la falta de industrialización en muchas regiones dejaron a millones de familias sin oportunidades. Además, la unificación de Italia trajo impuestos elevados y un servicio militar obligatorio, lo que empeoró la situación. En este contexto, la promesa de una vida mejor en América, con empleo y tierras, atrajo a muchos italianos, como Erminio Cantergiani, a emigrar en busca de un futuro más próspero.
Un año después de la primera oleada migratoria, se siguió el mismo itinerario. El 2 de febrero de 1905, la familia Cantergiani partió desde la estación de ferrocarriles de Módena, dando inicio a su largo viaje. Desde allí, se dirigieron hacia el puerto de La Pallice, en La Rochelle, Francia, donde abordarían un barco a vapor que los llevaría hacia la Nueva Italia.
El 7 de febrero de 1905, en el puerto de La Pallice, la familia Cantergiani embarcó en un barco de vapor de la compañía británica Pacific Steam Navigation Company. La ruta habitual del barco incluía paradas en La Pallice, Vigo, Lisboa, Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires, Punta Arenas, Coronel, Talcahuano y Valparaíso, conectando Europa con Sudamérica.
En el barco a vapor, la primera clase resultó ser solo una ilusión para muchos. Algunos colonos realizaron el viaje en tercera clase, mientras que otros se vieron relegados a la bodega, donde fueron alimentados con platos de cocina inglesa a los que no estaban acostumbrados.
Después de 31 días de navegación, desembarcaron en Talcahuano el 9 de marzo de 1905. Desde allí, continuaron su viaje en tren hasta llegar a Los Sauces
En Los Sauces les esperaba la última gran odisea del viaje. Con un convoy de 144 carretas tiradas por bueyes, recorrieron los caminos difíciles hasta llegar a las proximidades de Capitán Pastene, conocida entonces como La Nueva Italia, donde finalmente se asentaron.
Al llegar, las condiciones distaban mucho de lo que esperaban. Se vieron obligados a alojarse durante varios meses en la única construcción disponible, una precaria edificación de madera y hierro, ya que las casas en sus colonias aún no estaban terminadas. A este galpón, marcado por las penurias que vivieron, lo llamaron “Monte Calvario”. Sin embargo, en homenaje a su resiliencia y espíritu de lucha, plantaron dos árboles en ese lugar, simbolizando su esperanza y el inicio de una nueva vida.
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