La llegada de las familias italianas a Capitán Pastene fue parte de un proyecto más amplio del gobierno chileno a principios del siglo XX, que buscaba colonizar territorios recientemente incorporados tras la Pacificación de La Araucanía. Estas tierras, consideradas vastas pero subutilizadas, ofrecían oportunidades para el asentamiento de inmigrantes europeos, quienes traían consigo conocimientos agrícolas y el espíritu de trabajo comunitario.
En Emilia-Romaña, especialmente en localidades montañosas como Guiglia, Pavullo y Zocca, la vida era dura. A principios del siglo XX, estas áreas enfrentaban los efectos de la pobreza rural, la fragmentación de las tierras y la migración de jóvenes hacia las ciudades. La promesa de tierras fértiles y una vida mejor en Chile resultó atractiva, especialmente para familias como los Cantergiani, que buscaban un futuro más estable.
